Aún recuerdo mi primera impresión desde la ventanilla del avión cuando la voz de la azafata anunció que iniciariamos nuestro decenso a la ciudad de Montreal. Cual ciudad? Me pregunté mientras flotábamos sobre un espeso edredón de nubes grises, era las 7:45 am y en minutos comencé a ver los primeros techos cubiertos de nieve, a lo cual siguió un woaaaaa! en voz alta que hizo que mi compañero fortuito de vuelo me preguntara directamente: